10. El nacimiento de las sombras


Hubo una vez, hace mucho mucho tiempo, un pueblo olvidado por la historia, donde reinaba la paz y la armonía, cuna de visionarios e inventores, eran un pueblo que imaginaban utopías y las realizaban en busca del bien común, vivían en busca de la virtud y la sabiduría cogiendo de la naturaleza solo lo necesario.

Muy próximo se asentaba otro pueblo, también avanzado aunque mucho más ambicioso y menos inteligente, la evolución del poblado dependía del sacrificio de unos cuantos, así que aunque eran ricos no todos gozaban de aquellos privilegios. Los líderes de este pueblo aunque vivían muy bien tenían una gran envidia a sus vecinos lo que les llevó finalmente a urdir un terrible plan para dañarlos.

Entonces decidieron inventar unas palabras nuevas y les dieron un terrible significado. Era una experiencia nueva nunca antes nombrada ni sentida, que en un gran esfuerzo de invención crearon, aquellas palabras cargadas de maldad. Aquel perverso virus que implantaron fue el “no soy capaz”

Así esta nueva experiencia y las palabras que la significaban comenzaron a ser pronunciadas y se extendieron rápidamente por el aire, los más ancianos fueron los primeros en percibir esta energía funesta, y de ellos se extendió al resto de la población, aquella pesadez nunca antes experimentada resultó un freno a la actitud creativa y progresista de la sociedad. Ante tan gran crisis sorpresiva hubo una reunión de sabios para meditar sobre los insólitos acontecimientos. Tras un largo periodo dedicado a la reflexión sobre aquel grave problema, llegó la luz de la comprensión y ante ella pudieron ver al nuevo enemigo como una sombra con la que cada persona cargaba en cada momento de su día y no le permitía crecer y progresar en sus metas.

Cuando consiguieron comprender aquel nuevo estado que afectaba a la sociedad, en bien del pueblo organizaron diversas charlas y coloquios explicando la nueva situación. Según las personas escuchaban de los labios de sus sabios en que consistía aquel nuevo mal, se sentían aliviados por conocerlo y denominarlo y a la vez lo podían ver en si mismos como una representación propia oscura que les acompañaba en cada momento. Desde entonces las personas tenemos nuestra sombra que nos sigue donde quiera que vayamos y a veces nos hace pensar que no somos capaces o no podremos conseguir hacer algo. Pero es solo una sombra nada más.


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